Cómo hacer de nuestro planeta un objetivo primordial

Aunque por supuesto los documentales que más me gustan son los de geografía y viajes, di el otro día con uno de biología, y en concreto trataba sobre las hormonas que se producían en el cuerpo humano. Me quedé con tres de ellas, que me parecieron bastante interesantes: la endorfina, la dopamina y la serotonina, y ahora os contaré por qué a un amante de la naturaleza y la ecología puede encontrar esto interesante.

La endorfina, ya sabes, es la que llamamos por lo general «la hormona de la felicidad», aquella que nos lleva a un nivel de comodidad con la situación que nos encontramos. La serotonina es la que nos proporciona relajación y tranquilidad cuando nos encontramos en una situación feliz. Y la dopamina… ¡ah, la dopamina, esa sí que es interesante!… es la que nos proporciona placer, puro y duro, como cuando mantenemos sexo, o la produce el cerebro cuando ves porno. No son estas las únicas actividades que pueden hacer que tu cuerpo produzca estas sustancias, por lo general realizar una acción que nos gusta es suficiente para que lo haga; pero realmente la sexualidad es una fuente segura de estas tres hormonas, y parece ser que no sólo cuando la practicamos en vivo, sino también si vemos que la practican otros y eso nos excita, evidentemente.

O sea que, según yo entendí, estas tres están relacionadas con uno de los mayores placeres de la vida humana, pero era esa, la dopamina, la que llevaba la voz cantante. Es tan potente, que puede provocar adicción al ver videos porno gratis de manera descontrolada, en un ciclo sin fin en el que nuestro cerebro, cuando más la produce, más necesita que la produzca. Repito, el sexo hace su trabajo, la erotismo y la pornografía lo hacen aumentado, pero en realidad una actividad que nos gusta y nos hace sentir bien cuando la practicamos también hace que aparezcan estas tres sustancias y nos lleva a un estado de felicidad. Y ahora viene la pregunta del millón: ¿qué tiene esto que ver con el cuidado de nuestro planeta Tierra?

Y aquí viene la respuesta: ¿qué no seríamos capaz de hacer por nuestro querido planeta, si su cuidado y  mantenimiento nos hiciera generar niveles ingentes de dopamina, en el mismo nivel que cuando practicamos o vemos sexo gratis? Uff, por desgracia no tengo la respuesta, pero la pregunta se me vino a la mente, aunque por ahora sigo dando vueltas a la cuestión. Pero desde luego, encontrar algo así sería mucho más efectivo que las cien mil campañas de concienciación que se hacen en la tele en ocasiones con famosos, o los avisos de las organizaciones ecológicas, o los documentales que nos muestra por un lado las bellezas de La Tierra y por otro los desastres que la mano del hombre le ha causado. Creo, incluso, que aquellos políticos que no se acaban de poner de acuerdo para acabar con el destrozo al planeta, pronto encontrarían una solución y un acuerdo si eso los pusiera calentorros perdidos e hiciera que sus niveles de estas hormonas de la felicidad subieran hasta las nubes. Desde luego, todo se vería bajo una óptica muy diferente.

Por desgracia, la segunda parte de este pensamiento se me resiste, que por supuesto es cómo conseguir esto. Lo primero es salir al aire libre y la naturaleza lo antes posible, y empezar a disfrutar de ella en vivo y en directo, dejando todo lo que nos ata a la civilización atrás (me refiero a móviles y esas cosas, no a los útiles básicos de supervivencia, por supuesto). Si fuéramos capaces de encontrar ese incentivo… ¡oh, qué bello planeta construiríamos!